viernes, 17 de abril de 2009

Se nos quedaron las llaves

Por:
Diana Castañeda

Semana Santa en la actualidad es sinónimo de vacaciones, descanso, paseo familiar, porque es lo que generalmente queremos las personas de la ciudad, cansadas por el ruido, los trancones, el variado clima que a diario tenemos que soportar, en fin.
Con la crisis económica en la que nos vemos sometidos y por la que nos toca prevenir cualquier gasto mínimo, Girardot es la ciudad más cercana a nuestra corta economía, o por lo menos a la mía.
Sin pensarlo dos veces viajamos el jueves santo a una casa que tenemos en sociedad con la familia de mi esposo, por lo que la estadía es gratis; la residencia está ubicada entre el Ricaurte y Girardot, en un conjunto llamado Brisas de Girardot.
Tan solo fue llenar el carro de gasolina, hacer un poco de mercado y dejar el estrés de las labores en Bogotá por unos cuantos días.
Todo fue descanso, relajación, compartimiento familiar, y como pasa normalmente los días se pasaron rápidamente.
Hasta el domingo en la tarde todo transcurría normal, sin embargo, no podía faltar la parada en la famosa Vaca que Ríe, sin ningún preámbulo nos bajamos a ver qué podríamos comprar, la variedad está, los antojos sobran, aunque el dinero no.
Compramos lo que más pudimos, pero ya en medio del atardecer, a eso de las cinco y pico de la tarde, nos dimos cuenta que las llaves del carro se quedaron pegadas por dentro, sin darnos cuenta bajamos la alarma del carro pero no las llaves, y comienza la espera, el qué hacemos que típicamente nos preguntamos cuando algo inesperado ocurre.
Al mismo tiempo comienza un tipo de ideas descabelladas por encontrar una solución, no podíamos romper el vidrio del carro, tampoco jugar al ladrón y pretender abrir el carro con alambres o algo así.
Intentamos llamar al seguro del carro, pero todo parecía indicar que para esos días santos nadie trabajaba allí, como si accidentes en estos días no pasaran.
Sin embargo, la muza de la inspiración tocó mi mente, alguna vez leí que el seguro del celular no es solo para hacer reposiciones sin necesidad, o para solucionar una pérdida o robo del teléfono móvil, también tenía más servicios, entre ellos este tipo de calamidad.
Llamamos después de casi dos horas de pensar, pues no sé porque en estas circunstancias el pensar resulta tan difícil; casi una hora después, a eso de las siete de la noche nos encontraron nuestros salvadores, duraron aproximadamente 15 minutos abriendo el carro, ya empezaba hacer frío, y a pesar de haber llevado un poco más de dos horas esperando, esos 15 minutos parecían eternos, pero al fin abrieron la puerta y nosotros logramos continuar nuestro regreso a casa.
En el camino luego del incidente me detuve a pensar: venía pensando en qué pereza volver a la rutina, otra vez lo mismo, el trabajo, la universidad, la casa todo igual, pero ahora que puedo volver tranquilamente, después de lo sucedido, dije que bendición Dios ya llegamos bien.

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